miércoles, 17 de diciembre de 2008

A precio de saldo




Ayer fui de compras al Corte Inglés. En la planta de Oportunidades ví algo que me entusiasmó y además, a muy buen precio. Lo malo de las pagas extraordinarias es que te dan licencia para llevarte la primera chorrada con la que te encuentras, así que me lo compré. De camino hacia casa, mientras esperaba que el hombrecito verde apareciera en el semáforo caí en la cuenta,
— Pero seré gilipollas, si ya me compré una Navidad el año pasado ...


Robado a Ernesto Pitis sin autorización previa

martes, 7 de octubre de 2008

El metro, Johnny Carter, la mujer y la pregunta del niño


"Pregúntaselo a ese señor, a ver qué te dice"

El señor soy yo. Espero al metro sentado en uno de los bancos del andén. Linea seis, dirección Plaza Elíptica. Viajar en el metro es como estar metido en un reloj, me dice un Johnny Carter apretado entre los renglones de El Perseguidor, el libro que ahora comienzo a cerrar. Las estaciones son los minutos, añade Cortázar. Los minutos, dos minutos, el próximo tren efectuará su entrada en la estación en dos minutos, el próximo tren efectuará su entrada en la estación en dos estaciones. La de fuera es Otoño.

Ella aparta su mirada del niño y me regala sus traviesos ojos verdes. Tiene el pelo moreno, la cara morena, las manos morenas. El resto debe ser moreno también. En una de sus manos morenas una alianza bien rubia, bien alianza, no debería fijarme tanto en esos detalles, no sé por qué me fijo tanto, sí sé por qué me fijo tanto. Treinta y pocos si llega, no muy guapa pero me gusta, me gustaría … Está sentada en mi mismo banco, a escasos cincuenta centímetros de mí, justo el espacio que ocupa un muchachillo de unos ocho años, su hijo o vete tú a saber, el hijo de alguien. Lo miro y me mira. Ay, madre …

“Venga, pregúntaselo al señor, seguro que él lo sabe” apresura al chaval mientras ella se sonríe, se divierte, me sonríe, el próximo tren efectuará su entrada en la estación en una estación. No parece que sea la vergüenza lo que impide al chico hacerme la gran pregunta, más bien parece rebuscar en su incompleto arsenal lingüístico las palabras adecuadas. Al fin arremete.

“La gente que está ahí enfrente …”, se lo piensa mejor, “los del otro andén …”, se te acaba el tiempo, chico, parece decir el rechinar del tren que asoma en la estación, escupido por lo negro, “… ¿adónde va la gente que siempre está enfrente? ¿Por qué nosotros siempre estamos en este lado?”

El vagón suda figuras de personas que lo llenan todo. No me acostumbro a las espaldas pegajosas, a los miembros derretidos de mis pasajeros pasajeros de viaje. Paso páginas desordenadamente buscando, distraído, donde continuar mi lectura, ¿qué me decías Johnny?, ah, sí, sí, viajar en metro es como estar metido en un reloj, o en una novela, Johnny, o en una novela. Cada estación es un capítulo.

viernes, 20 de junio de 2008

Muchas Felicidades ..


Foto de Eduardo Mendes

.. a todas las chicas valientes que cumplan años hoy.

miércoles, 18 de junio de 2008



Yo te hago
cuando quiero,
de la forma que más
me conviene,
como más me gusta,
como mejor te prefiero.

Yo te hago y es verdad
que no siempre me sales bien,
a veces corta,
otras rara,
otras me sales por peteneras.

Pero al final
tú vas y me sales.

Porque te quise,
porque dudé de quererte
como eras, una idea,
te hice.

Yo te hago
y tú sales.
Y luego sales con otros
que, como no te hicieron,
no siempre saben cómo eres.
Menos aun cómo estás hecha
ni de qué.

Aun así hay a quien
le gustas y me lo dice.
Y nos bañamos en lisonjas
de gloria de bar
de mala muerte.

Y tú, que me saliste,
sales con nosotros.
Y no debes explicarte
muy bien qué haces allí
en boca de unos pocos
locos borrachos.

Y te violenta que
hablemos de tí y
te asustas y huyes y
te refugias en palabras
sueltas que eliges al azar
y te reinventas con ellas.

Y empujamos la noche
y empujamos para entrar
la puerta de mi casa.
Y me quito los zapatos
y te sacudo el olor
con el que no te hice.
Y me lavo los dientes.
Y te registro los bolsillos
y encuentro palabras
que guardaste que
no son mías,
que no es que estén mal,
entiéndeme querida,
pero yo te quiero como
me saliste,
como yo te hice,
poesía [o como quiera que te llames].

lunes, 26 de mayo de 2008

Me atropellan los lunes que no queman




Me atropellan los
lunes que no queman.

Me atropellan las prisas y
me atropellan las gotas de agua que
escupe cada mañana la alcochofa
de mi ducha.
Los frutos líquidos de la alcachofa
me siembran la cabeza de humedad no verde.
Joder, me atropella lo no verde.

Me atropella el silbido histérico
de la cafetera que quema que quema.
A que me quemo.
Me atropella el calor del café
bajando por mi garganta.
A que me quemo.

Me quema el día por delante,
la gente por delante,
de qué manera me atropella la
gente que quema que quema.

Me lleva por delante la vida,
qué atropello de vida,
cómo quema la vida que quemo.
Atropellados los días, que me atropellan. Que no queman.

Mañana, ya, martes.



lunes, 17 de marzo de 2008

Algo gordo y bueno se avecina


Fotografía de Eugenio Recuenco

Algo gordo y bueno se avecina, se asoma a las punteras de mis zapatos aburridos de patear latas vacías y oxidadas que prometían algo más que aire.

Yo estoy tranquilo, la excitación de la duda no cabe cuando la evidencia toma posesión de todo lo que entra o sale de mi propio entendimiento. No sé qué es lo que viene, pero sé que viene y que está cerca. Tampoco soy capaz de perder demasiado tiempo (¡socorro, voy perdiendo el tiempo!) cuando no puedo hacer más que sorprenderme de los cotilleos que se traen todas-las-cosas que se cruzan a mi paso; todo lo que anda anda revoltoso ante mi nueva buena estrella. Y todas-las-cosas son todas las cosas, ¡hasta las que no son ni cosas!

El mundo de lo erte y de lo inerte se congratula ante el fin del maleficio que me mantenía fuera del cuento, a una distancia insalvable de mi final feliz.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Eres animal vivo en mi cabeza



No voy acumulando recuerdos para los días que se avecinan y será un largo otoño si no consigo material suficiente para ir amenizando los ratos de esta vida mía que va viviéndome. Debería despejarme, activarme, poner en marcha esta máquina de generar recuerdos para el después antes de que me sorprendan los bajos momentos de los bajos fondos de esta memoria mía; qué memoria la mía. El caso es que en estos días que vienen muriéndome no encuentro motivos convincentes para querer recordar algo distinto a ti. Eres animal vivo en mi cabeza, no humo de huesos devastados por el tiempo.

lunes, 11 de febrero de 2008

La guerra de los "20 minutos"




Metro de Madrid, 8:10 de la mañana, entre las estaciones de Sainz de Baranda y Odonell.

"Vamos a ver, señora, no creo que la moleste yo mucho por echar un vistazo de reojo a su períodico, mujer".

Pues sí que le molesta, sí, cómprate uno para tí, me dice. Y eso que el suyo es gratuito, el "20 minutos" me ha parecido ver. La muy guarra.

Miro con gesto resignado a mi alrededor, a la muchedumbre que atesta el vagón, que me estruja los riñones. Para mi sorpresa, la conversación con la señora del "20 minutos" ha despertado su interés, cambiado bostezos de primera hora por sonrisas comprensivas que golpean mi hombro como diciendo "tranquilo, hombre, tranquilo, que hoy es lunes y esto no ha hecho más que comenzar".

lunes, 4 de febrero de 2008

Quién te dice a ti que el mundo no se acabará cuando yo me muera



Nadie. Eso sí, resulta bastante pretencioso insinuar siquiera la cuestión. Yo siempre he sido algo pedante, para qué negarlo a estas alturas. Qué coño, yo siempre he sido muy pedante, un pedante hijo de puta. Por eso sé que más que alegrarme de que no quede nadie vivo después de mi muerte (que realmente me la pela), lo que me llena de satisfacción es la idea de ser el primero del mundo en morirme. El primero del resto del mundo. Yo primero pero todos los demás inmediatamente después. De eso, actualmente, no creo que pueda presumir nadie.

Pero claro, los muertos no presumen por muy pedantes que sean o pretendan ser.

Robado a Ernesto Pitis sin autorización previa

jueves, 31 de enero de 2008

Tiempo perdido


Foto de darkito

Morirse es una pérdida de tiempo total.
Morirse es la total pérdida de tiempo.
Total pérdida de tiempo total.

Matarme es hacerme perder el tiempo.
Mi tiempo.
Todo mi tiempo.
Total pérdida de tiempo total.

Matarte es hacerte perder el tiempo.
Tu tiempo.
Todo tu tiempo.
Perder el tiempo en hacerte perder el tiempo.
Mi tiempo.
Tu tiempo.
Total pérdida de tiempo total.